Algo amargo ya en tus manos
se esfumo de aquel placer,
y del puro y cristalino
donde yo bebí,
mil y una vez.
Más hoy profanas
de cualquier mujer,
siendo jueces de pecado
serán mil y una vez.
Ahora que mi corazón está cansado,
por haber entregado mi vida
a todo lo que sentí, y ame.
Perdono a mi corazón enamorado,
por haber tenido mi pecado,
en tus manos,mil, y una vez.
Pilar Álvarez
1 comentario:
Anónimo Anónimo dijo...
En esta poesía se describe
una de las mejores metáforas
Haia que has escrito.
Te felicito por muchas cosas.
Deseo que el viento de otoño se lleve tu tristeza.
Luis Guzmán Pérez
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