Son muros que yo no veo
que solo, con la razón del corazón ando
donde un día, sucede a otro día
y el sueño, puede volverse amargo.
Ay, negra caverna, "dale" ha mi vida
auroras de canto.
Pues la fría resignación de espera
deja mi corazón helado.
Desnuda soledad la mía
que yo traspaso.
Para darte amor cada día
más yo, conteniendo el llanto
porque sé
que más que darte es deseo
de ese amor tuyo
que me envuelve en caricias
por su tacto.
Donde mi magia resucita
y le doy muerte al llanto.
Pilar.A
1 comentario:
Bello poema,donde se impone la magia, acompañando al amor.
Preciosa reflexión donde muere el llanto.
Gracias por tus poemas.
Luis
Publicar un comentario