Son momentos del día o de la noche.
Los latidos mas lentos, las emociones sueltas.
Los olvidados nombres, los alterados sentimientos.
Entonces, en la soledad que hay en mi casa,
el silencio es como una excursión de caracoles
y lejos oigo el televisor de la vecina,
la procesión de los santos empapados por la lluvia,
y mi ordenador se abre por la pantalla en blanco
de la noche.
En ese momento, me pongo a los mandos
y ya no podría detenerlo, aunque quisiera.
Los dedos vuelan sobre el teclado,
sin pararse a tomar ningún refresco
y el corazón de mi vida se me escapa,
se queda en la pantalla
y vive para siempre.
M.G.
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